“La libertad y la simple belleza son demasiado buenas para dejarlas pasar.”

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jueves, 28 de febrero de 2013

Lolita, Vladimir Nabokov

Vladímir Vladímirovich Nabókov San Petersburgo, 22 de abril de 1899, Montreux, Suiza, 2 de julio de 1977, de origen ruso, nacionalizado estadounidense.

Era un amor a primera vista, a última vista, a cualquier vista...

Lolita es una novela basada en la obsesión amorosa que tiene Humbert Humbert, un profesor cuarentón hacia Lolita una niña de doce años por la que Humbert Humbert siente una fatal atracción. 
Es una de las obras más satisfactorias de la literatura erótica en la que se evoca el deseo, la pasión, el amor, la ternura con la que se puede llegar a amar a alguien sin importar la edad.

"Pertenezco a esa clase de autores que al empezar a escribir un libro no tienen otro propósito que librarse de él."

" Una obra de ficción sólo existe en la medida en que me proporciona lo que le llamaré lisa y llanamente, placer estético, es decir la sensación de que es algo en algún lugar, relacionado con otros estados de ánimo en que el arte es la norma. Todo lo demás es hojarasca temática o lo que algunos llaman Literatura de Ideas, que a menudo no es más que hojarasca temática solidificada en inmensos bloques de yeso cuidadosamente transmitidos de época en época hasta que al fin aparece alguien con un martillo y le hace una buena raja a Balzac, a Gorki, a Mann."

Ningún amante ha pensado en su amada con tanta ternura, ninguna mujer ha sido tan embelesadamente evocada, con tanta gracia y delicadeza, como Lolita. (Lionel Trilling)

Stanley Kubric hizo una película basada en la novela de Vladimir Nabokov en eñ año de 1962, protagonizada por Sue Lyon y James Mason. y en 1997 el director Adrian Lyne hizo su propia versión con la actuación de Jeremy Irons, Dominique Swain, Melanie Griffith, y Frank Langella.




Hay que ser artista y loco, un ser infinitamente melancólico, con una gota de ardiente veneno en las entrañas y una llama de suprema voluptuosidad siempre encendida en su sutil espinazo, para reconocer por signos inefables -el diseño ligeramente felino de un pómulo, la delicadeza de un miembro aterciopelado y otros indicios que la desesperación, la vergüenza y las lágrimas de ternura me prohíben enumerar- al pequeño demonio mortífero entre el común de las niñas; pero allí está, sin que nadie , ni si quiera ella, sea consciente de su fantástico poder.

Me gustaría describir su cara, sus manos... y no puedo, porque mi propio deseo me ciega cuando está cerca... Me pregunto si fue entonces, en el resplandor de aquel verano remoto, cuando empezó a hendirse
mi vida...

Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.

Un racimo de estrellas brillaba plácidamente sobre nosotros, entre siluetas de largas hojas delgadas; ese cielo vibrante parecía tan desnudo como ella bajo su vestido liviano.


...Ese macizo de mimosas, el racimo de estrellas, la comezón, la llama, el néctar y el dolor quedaron en mí, y a partir de entonces ella me hechizó, hasta que, al fin, veinticuatro años después, rompí el hechizo encarnándola en otra.

Nos queríamos con amor prematuro, con la violencia que a menudo destruye vidas adultas.

..El veneno estaba en la herida y la herida permaneció siempre abierta.

Ojalá hubiera sido escritora, en vez de escritor! Entonces habría podido hacerla posar desnuda bajo una luz implacable. Pero soy Humbert Humbert, alto huesudo, peludo, con espesas cejas negras, un acento que suena raro y un oscuro pozo de monstruos que se pudren tras una sonrisa.


-El tibio crepúsculo se había convertido en una oscuridad que invitaba al amor.

¡Que rara es la vida! La suerte nos abandona cuando más propicia deseamos que nos sea.

-Sabía que me había enamorado de Lolita para siempre; pero también sabía que ella no sería siempre Lolita.

¡No somos demonios sexuales! ¡No violamos como los buenos soldados! Somos caballeros tristes, suaves, de mirada perruna, lo suficientemente bien integrados para controlar nuestros impulsos en presencia de adultos, pero dispuestos a dar años y años de vida por una sola oportunidad de tocar a una nínfula.



...Artistas insomnes que debían morir unas cuantas horas cada día a fin de vivir siglos.

-Quizás en alguna parte, algún día en momentos menos tristes, volvamos a vernos...

...Oh Lolita, tú eres mi niña, igual que Vee lo fue de Poe y Beatriz de Dante. ¿ Y a qué niña no le gusta girar sobre sí misma, cuando lleva una falda acampanada, hasta que se levanta y muestra la parvedad de su ropa interior?


El tiempo se adelanta a nuestras fantasías.

Si mi felicidad hubiera podido hablar habría llenado el recatado hotel con un rugido ensordecedor.

...Y volvió a hundirse en su inconsciencia oscura, poderosa, joven. Mientras se revolvía para volver a hundirse en su abundante flujo de sueño.

Una brisa del País de las Maravillas empezaba a alterar mis pensamientos que ahora parecían inclinados...

-Brumas de ternura encubrían montañas de deseo.

Continuaba sintiéndome a gusto en el paraíso que había elegido; un paraíso cuyos cielos tenían el color de las llamas infernales pero, con todo, un paraíso.



Lo que me detuvo fue la angustiosa sensación de que si me interponía de algún modo en el camino del Destino, y trataba de racionalizar su fantástico don, éste me sería arrebatado como el palacio en la cumbre de la montaña en el cuento oriental...

Un beso final resaltaba el profundo mensaje de la obra: Que fantasía y realidad se confunden en el amor.

Me impresiono tanto la radiante ternura de su sonrisa, que, por un instante, creí solucionadas todas nuestras dificultades.


...Y lo cierto es que le hice bastante daño, por lo que merezco que se pudra mi corazón; una o dos veces...

Parezco compartir con los personajes de las películas los servicios de la machina telephonicca y la imprevisible y temperamental deidad que la gobierna.

Y también los teléfonos eran, por motivos indiscernibles, los puntos donde mi destino podían jugarme una mala pasada. Todos tenemos esos objetos que nos son fatídicos  - un paisaje reiterado en unos casos, un número en otros- , cuidadosamente elegidos por los dioses a fin de suscitar acontecimientos de especial significación para nosotros: aquí tropezará siempre Jhon, allí se le partirá el corazón siempre a Jane.

Me enorgullezco lo bastante de lo que sé para aceptar con modestia que hay muchas cosas que ignoro.

A decir verdad, es muy posible que la atracción que ejerce sobre mí la inmadurez resida no tanto en la limpidez de la belleza infantil, inmaculada, prohibida, cuanto en la seguridad de una situación en que perfecciones infinitas colman el abismo entre lo poco concebido y lo mucho prometido...


Como a veces yo ganaba la carrera entre mi fantasía y la realidad de la naturaleza, la decepción era soportable. El dolor insufrible empezaba cuando el azar decidía tomar cartas en el asunto y me privaba de la sonrisa destinada a mí.

Solo habían transcurrido dos segundos, en realidad, pero permítanme asignarles toda la duración que es capaz de sobrellevar una vida.

Y todo ocupó el lugar que le correspondía, todo se coloco en el punto exacto que le estaba destinado en el conglomerado de ramas que yo había ido entrelazando a lo largo de estas memorias con el expreso propósito de que el fruto cayera en el momento justo.

Había conocido y adorado cada poro y folículo de sus cuerpo pubescente. En sus ojos gris pálido, tras las extrañas gafas, nuestros pobres amores se reflejaron un instante...


Como no habría sobrevivido al roce de sus labios, empecé a retroceder bailando una danza absurda...

Y al fin me encontré en medio de la llovizna del día moribundo, con los limpiaparabrisas en pleno funcionamiento, pero incapaces de apartar mis lágrimas.

Lloraba de nuevo, borracho de pasado imposible. 

El sentido moral de los mortales es el precio que debemos pagar por nuestro sentido mortal de la belleza.

Hubo un día, durante nuestro primer viaje  - nuestro primer viaje circular, por así decirlo, por el interior del paraíso-

Más allá de los estúpidos clichés juveniles, había en ella un jardín y un crepúsculo y el portal de un palacio: regiones vagarosas y adorables, completamente prohibidas para mí...


No he explicado la principal característica de la famosa sonrisa de Lolita; era ésta: aquella tierna, almibarada y encantadora emanación que brotaba de sus labios no iba dirigida a la visita que estaba en la sala de estar, sino que vagaba por su propio vacío, remoto, florido, por así decirlo, o se posaba al azar, con miope suavidad, en los más diversos objetos.


... Porque sacaste ventaja de un pecado
 cuando estaba indefenso húmedo y tierno
como un insecto durante la muda
cuando acariciaba grandes esperanzas...
Porque sacaste ventaja de mi íntima
esencial inocencia...
Horriblemente perdidos el amor y las violetas
lleno de remordimientos y desesperación mientras que tú
hacías trizas a una muñeca carente de sentimientos
y tirabas aun lado su cabeza 
por todo lo que hiciste 
por todo lo que no hice
mereces la muerte.

"Por más que me esfuerce, nunca lograré defraudarte como te mereces."

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