“La libertad y la simple belleza son demasiado buenas para dejarlas pasar.”

“La libertad y la simple belleza son demasiado buenas para dejarlas pasar.”

jueves, 18 de abril de 2013

Edgar Allan Poe

Edgar Allan Poe, Boston, Estados Unidos, 19 de enero de 1809 – Baltimore, Estados Unidos, 7 de octubre de 1849.

-Es imposible imaginar un espectáculo más nauseabundo que el del plagiador.


-La muerte de una mujer hermosa es, sin duda, el tema más poético del mundo.

-Las cuatro condiciones para la felicidad: El amor de una mujer, la vida al aire libre, la ausencia de toda ambición y la creación de una belleza nueva. 

-Puede decirse que es un defecto ser demasiado profundo. La verdad no siempre está dentro de un pozo.



Mi alma pareció que abandonaba mi cuerpo, y una rabia más que diabólica, saturada de ginebra, penetró en cada fibra de mí ser.

-No espero ni pido que alguien crea en el extraño aunque simple relato que me dispongo a escribir. Loco estaría si lo esperara, cuando mis sentidos rechazan su propia evidencia. Pero no estoy loco y sé muy bien que esto no es un sueño.

-Desde la infancia me destaqué por la docilidad y bondad de mi carácter. La ternura que abrigaba mi corazón era tan grande...

-Todos los gatos negros son brujas metamórfoseadas.

-La perversidad es uno de los impulsos primordiales del corazón humano. Uno de esos sentimientos que dirigen el carácter del hombre.

-¿Quién no se ha sorprendido así mismo cien veces en momentos en que cometía una acción tonta o malvada por la simple razón de que no debía cometerla?

-El insendable anhelo de violentar su propia naturaleza de hacer mal por el mal mismo, me incitó a continuar y finalmente a consumar el suplicio que había infligido a la inocente.

-La debilidad de establecer una relación de causa y efecto entre el desastre y mi criminal acción.

-Oh lúgubre y terrible máquina del horror y del crimen, de la agonía y de la muerte, los más tenebrosos, los más perversos pensamientos...



-Los que sueñan de día son conscientes de muchas cosas que escapan a los que sueñan sólo de noche.

-A la muerte se le toma de frente con valor y después se le invita a una copa.

-La vida real del hombre es feliz principalmente porque siempre está esperando que ha de serlo pronto.

-Más cuerdo es, el que acepta su propia locura.

-Y cosecharon los frutos maduros de su perdición.



El pozo y el péndulo

-Como una profunda nota musical penetró en mi fantasía.Y luego el universo no fue más que silencio, calma y noche.

-No meditará mientras respira el perfume de una nueva flor, no sentirá exaltarse su mente ante el sentido de una cadencia musical que jamás había llamado antes su atención.

-Se había hundido mi alma, ha habido momentos en que he vislumbrado el triunfo, brevísimos períodos en que pude evocar recuerdos que a la luz de mi lucidez posterior, sólo podrían referirse a aquel momento de aparente inconsciencia

Esas sombras de recuerdo me muestran borrosamente altas siluetas que me llevaron y me alzaron en silencio, descendiendo siempre descendiendo, hasta que un horrible marco me oprimió a la sola idea de lo interminable de ese descenso, evocan el vago horror que sentía mi corazón precisamente a causa de la monstruosa calma que me invadía. 

-La locura de un recuerdo que se afana entre cosas prohibidas y luego la mera consciencia de existir si pensamiento, un espanto estremecedor.

-Los vi mientras pronunciaban una frase letal, los vi formar sílabas de mi nombre y me estremecí.

-Me rodeaba la tiniebla de una noche eterna.

-Un asco para el cual no existe nombre en este mundo, llenaba mi pecho y helaba con su espesa viscosidad mi corazón.

William Wilson

-En circunstancias que lo llevaban a merecer la piedad de todos y que deberían haberlo protegido hasta de las tentativas de un demonio.

-Hubo un profundo silencio, durante el cual sentí que me ardían las mejillas bajo las miradas de desprecio o de reproche que me lanzaban los menos pervertidos.

—Has vencido, y me entrego. Pero también tú estás muerto desde ahora… muerto para el mundo, para el cielo y para la esperanza. ¡En mí existías… y al matarme, ve en esta imagen, que es la tuya, cómo te has asesinado a ti mismo!


El retrato oval

-Se perdía en sus ensueños, más ella seguía sonriendo. Osciló vacilante como la llama en el tubo de la lámpara.

La máscara de la muerte roja

-Andaba allí lo hermoso, lo extraño, lo silencioso, lo repugnante y lo repelente, se movía de un lado a otro una multitud de sueños.

-En el corazón de los más temerarios hay cuerdas que no pueden tocarse sin emoción. Aún el más relajado de los seres, para quien la vida y la muerte son igualmente un  juego, sabe que hay cosas con las cuales no se puede jugar.

El entierro prematuro

-La negrura de la noche absoluta, el silencio como un mar abrumador, la invisible pero palpable presencia del vencedor gusano, estas cosas, junto con los recuerdos del aire y la hierba que crecen arriba, la memoria de los amigos queridos que volarían a salvarnos si se enteraran de nuestro destino, y la conciencia de que nunca podrán enterarse de él...

-Las torturas sufridas fueron indudablemente iguales en aquel momento a las de la verdadera sepultura. Eran espantosas, de un horror inconcebible; pero del Mal procede el Bien...

-Hay momentos en que, aun para el sereno ojo de la razón, el mundo de nuestra triste humanidad puede cobrar la apariencia del infierno, pero la imaginación del hombre no es Caratis para explorar con impunidad todas sus cavernas.

-Deben dormir o nos devorarán, debemos permitirles el sueño, o pereceremos.

Berenice

¿Cómo es que de la belleza he derivado un tipo de fealdad; de la alianza y la paz, un símil del dolor? Pero así como en la ética el mal es una consecuencia del bien, así, en realidad, de la alegría nace la pena. O la memoria de la pasada beatitud es la angustia de hoy, o las agonías que son se originan en los éxtasis que pudieron haber sido.

-Yo estoy convencido, pero no trato de convencer. Hay, sin embargo, un recuerdo de formas aéreas, de ojos espirituales y expresivos, de sonidos musicales, aunque tristes, un recuerdo que no será excluido, una memoria como una sombra, vaga, variable, indefinida, insegura, y como una sombra también en la imposibilidad de librarme de ella mientras brille el sol de mi razón.

-Mientras las extrañas ideas del mundo de los sueños se tornaron, en cambio, no en pasto de mi existencia cotidiana, sino realmente en mi sola y entera existencia.

-Yo, enfermizo, envuelto en melancolía; ella, ágil, graciosa, desbordante de fuerzas; suyos eran los paseos por la colina; míos, los estudios del claustro; yo, viviendo encerrado en mí mismo y entregado en cuerpo y alma a la intensa y penosa meditación; ella, vagando despreocupadamente por la vida, sin pensar en las sombras del camino o en la huida silenciosa de las horas de alas negras. ¡Berenice! Invoco su nombre... ¡Berenice! Y de las grises ruinas de la memoria mil tumultuosos recuerdos se conmueven a este sonido. ¡Ah, vívida acude ahora su imagen ante mí, como en los primeros días de su alegría y de su dicha! ¡Ah, espléndida y, sin embargo, fantástica belleza! ¡Oh sílfide entre los arbustos de Arnheim! ¡Oh náyade entre sus fuentes! Y entonces, entonces todo es misterio y terror, y una historia que no debe ser relatada.

-El espíritu de la transformación la arrasó, penetrando en su mente, en sus hábitos y en su carácter, y de la manera más sutil y terrible llegó a perturbar su identidad. ¡Ay! El destructor iba y venía, y la víctima, ¿dónde estaba? Yo no la conocía o, por lo menos, ya no la reconocía como Berenice.

-Esa nerviosa intensidad del interés con que en mi caso las facultades de meditación (por no emplear términos técnicos) actuaban y se sumían en la contemplación de los objetos del universo, aun de los más comunes.

-Soñar días enteros con el perfume de una flor; repetir monótonamente alguna palabra común hasta que el sonido, por obra de la frecuente repetición, dejaba de suscitar idea alguna en la mente.

-En los días más brillantes de su belleza incomparable, seguramente no la amé. En la extraña anomalía de mi existencia, los sentimientos en mí nunca venían del corazón, y las pasiones siempre venían de la inteligencia.

-Y la tarde cayó sobre mí, y vino la oscuridad, duró y se fue, y amaneció el nuevo día.


La caída de la casa Usher

-Un malestar del corazón, una irremediable tristeza mental que ningún acicate de la imaginación podía desviar hacia forma alguna de lo sublime.

-Me vi obligado a incurrir en la insatisfactoria conclusión de que mientras hay, fuera de toda duda, combinaciones de simplísimos objetos naturales que tienen el poder de afectarnos así, el análisis de este poder se encuentra aún entre las consideraciones que están más allá de nuestro alcance. 

-Temo los sucesos del futuro, no por sí mismos, sino por sus resultados.

-Siento que tarde o temprano llegará el periodo en que deba abandonar vida y razón a un tiempo, en alguna lucha con el torvo fantasma: el miedo.

-Y así, a medida que una intimidad cada vez más estrecha me introducía sin reserva en lo más recóndito de su alma, iba advirtiendo con amargura la futileza de todo intento de alegrar un espíritu cuya oscuridad, como una cualidad positiva, inherente, se derramaba sobre todos los objetos del universo físico y moral, en una incesante irradiación de tinieblas.

-Los ojos, grandes, líquidos, incomparablemente luminosos; los labios, un tanto finos y muy pálidos, pero de una curva extraordinariamente hermosa; la nariz, de delicado tipo hebreo, pero de ventanillas más abiertas de lo que es habitual en ellas; el mentón, finamente modelado, revelador, en su falta de prominencia, de una falta de energía moral; los cabellos, más suaves y más tenues que tela de araña: estos rasgos y el excesivo desarrollo de la región frontal constituían una fisonomía difícil de olvidar


Los crímenes de la calle Morgue 

-Por tanto, el hecho de tener una memoria retentiva y guiarse por «el libro» son las condiciones que por regla general se consideran como la suma del buen jugar. El poder analítico no debe confundirse con el mero ingenio, ya que si el analista es por necesidad ingenioso, con frecuencia el hombre ingenioso se muestra notablemente incapaz de analizar. 

-En efecto, cabe observar que los ingeniosos poseen siempre mucha fantasía mientras que el hombre verdaderamente imaginativo es siempre un analista.

-Una rareza de mi amigo (¿qué otro nombre darle?) consistía en amar la noche por la noche misma; en los últimos tiempos la observación se ha convertido para mí en una necesidad.



Mi vida ha sido capricho, impulso, pasión, anhelo de la soledad, mofa de las cosas de este mundo; un honesto deseo de futuro.

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