¿Cuál es la razón de que palabras como éstas me resulten tan torpes y tan frías?¿Será que no hay palabra lo suficientemente tierna para describirte?
-Las acciones de los hombres son las mejores intérpretes de sus pensamientos.
-Nunca había hablado con ella, a excepción de unas pocas palabras ocasionales y, sin embargo, su nombre era como una llamada a todas mis pasiones.
-No serviré por más tiempo a aquello en lo que no creo, llámese mi hogar, mi patria o mi religión. Y trataré de expresarme de algún modo en vida y arte, tan libremente como me sea posible, tan plenamente como me sea posible, usando para mi defensa las solas armas que me permito usar: silencio, destierro y astucia.
-Me has hecho confesar los miedos que siento. Pero te voy a decir ahora cuáles son las cosas que no me dan miedo. No me da miedo de estar solo, ni de ser pospuesto a otro, ni de abandonar lo que tenga que abandonar, sea lo que sea. No me da miedo el cometer un error, aunque sea un error de importancia, un error de por vida, tan largo tal vez como la misma eternidad.
-Si hay algo seguro en este apestoso estercolero del mundo, es el amor de una madre. Tu madre te trae al mundo; te lleva primero dentro de su cuerpo mismo. ¿Qué es lo que sabemos acerca de sus sentimientos? Pero, sea lo que sea, lo que ella siente es, por lo menos, algo verdadero.
Todo en este mundo es atroz, incierto pero no el amor de una madre.
Todo en este mundo es atroz, incierto pero no el amor de una madre.
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