"El amor es un sentimiento increíble, saca a flote lo mejor de nosotros y nos cambia la vida. Pero a pesar de todas sus bondades, es importante saber que no podemos forzarlo. Es imposible que alguien nos quiera si no le nace, o que desarrollemos ese sentimiento por alguien sólo porque nos insiste. Por eso no se debe mendigar amor. Lo que alguien sienta por ti no sanará las heridas de tu alma, y tener que pedirlo mucho menos te hará feliz o logrará que todo resulte mejor.
Sergio Melchor y Raquel Aldana, dos psicólogos que lo saben bien, hace poco compartieron en sus redes sociales y diversos medios una carta que habla sobre la importancia de no rogar por amor.
Sabemos que en ocasiones la vida es difícil, y pensamos que si facilitamos el trabajo a alguien será sencillo alcanzar lo que tanto hemos soñado, pero los psicólogos mencionados coinciden en que no es así y éstas son sus poderosas razones:
“No mendigues amor a quien no tiene tiempo para ti, a quien sólo piensa en sí mismo. No lo hagas nunca. No te merece quien te hace sentir invisible e insignificante con su indiferencia. Te merece quien con su atención te hace sentir importante y presente.
El amor se debe demostrar, pero nunca jamás se debe mendigar. El hecho de tener que hacerlo es el más fiel reflejo de la injusticia emocional, del desequilibrio que vive el sentimiento que cimienta una relación.
Te merece aquel que dice menos pero hace más. No te merece quien sólo te busca cuando te necesita, sino quien está a tu lado cuando le necesitas, no sólo cuando su interés se lo permite. Te merece quien sin esperar nada te lleva dentro, te siente y te hace sentir importante en su vida. Dicen que no existe la falta de tiempo, que existe la falta de interés, porque cuando la gente realmente quiere la madrugada se vuelve día, martes se vuelve sábado y un momento se vuelve oportunidad.
También dicen que quien mucho se espera, se decepciona y sufre. Así que tenemos que revisar nuestras expectativas y meternos en la cabeza aquello de “no esperes nada de nadie, espéralo todo de ti”.
Cuando percibimos como un fraude lo que los demás hacen o dicen, realmente llegamos a sentir dolor. Un dolor emocional que a nivel cerebral se comporta de la misma forma que el dolor físico. Así que ¿por qué deberíamos ignorar el dolor emocional? No podemos dejar que el tiempo lo cure sin más, tenemos que trabajar sobre él y extraer las enseñanzas que nos brinda, del mismo modo que dejaríamos de tomar chocolate si descubrimos que es el causante de nuestro malestar estomacal.
Esto es muy importante, porque socialmente se tiene la falsa creencia de que el malestar psicológico es signo de debilidad y de que, al mismo tiempo, el tiempo curará las heridas sin necesidad de “desinfectarlas” ni de poner vendas o parches para evitar que sangren.
Valórate, quiérete bien, dedica tiempo a la gente que se lo merece y que te hace sentir bien. No mendigues la atención, la amistad ni el amor de nadie. Quien te quiere, te lo demuestra tarde o temprano. Por eso, si vives en una situación de injusticia emocional tan alarmante, recuerda:
A quien no te llame y no conteste tus llamadas, no le llames. No busques a quien no te extrañe. No extrañes a quien no te busca. No escribas, no te sometas al castigo de la indiferencia que demuestran mensajes ignorados o silencios infundados.
No esperes a quien no te espera, valórate y deja de mendigar y de rogar amor. Porque, como hemos dicho, el amor se debe demostrar y sentir, pero jamás implorar. Tu cariño debe ser para quienes te quieren y te comprenden sin juzgarte.
Y, sobre todo, no te olvides del valor de tu sonrisa ante el espejo; quiérete y valórate por todo lo que eres y no por lo que te hace entender alguien que no te merece. Ámate bien, y date cuenta de que el hecho de que alguien te descuide, no quiere decir que tú no debas hacer lo imposible por rodearte de personas que te quieran en su vida. De verdad, por lo que más quieras, no mendigues la atención de nadie y mucho menos amor. ¿Sabes por qué? Porque tú vales más de lo que te puedes imaginar.”
Antes de amar a otro necesitas amarte a ti mismo; no eres una media naranja sino una completa, jugosa y deliciosa que puede combinarse con otra fruta para hacer un mejor sabor; puedes disfrutar tu soledad en lugar de sufrir con una mala compañía.
Aprende a amar a quien vale la pena y no te conformes con menos de lo que mereces.
Edición: David Moya
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